UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SANTA
VI CONGRESO LINGUISTICO LITERARIO 2009 “CARLOS EDUARDO ZAVALETA” Universidad Nacional del Santa Chimbote
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ESPECILIDAD DE LENGUA Y LITERATURA
lunes, 11 de noviembre de 2013
miércoles, 23 de marzo de 2011
INAUGURACIÓN DEL VI CONGRESO NACIONAL LINGÜÍSTICO LITERARIO 2009 EN CHIMBOTE
Inauguración del VI Congreso Nacional
Con la presencia de estudiantes de universidades de todo el país, se inaguro VI Congreso Nacional Lingüístico Literario 2009 en Chimbote dentro de la Universidad del Santa, dio inicio a una semana de cultura con ponencias, talleres, paneles, conversatorios, presentaciones y ferias de libros, entre otros. Los mismos que estarán insertos en el marco del VI Congreso Nacional Linguístico Literario 2009 “Carlos Eduardo Zavaleta”.
“La vocación de los pobres es ser parte de un país, pero a su vez la afirmación de comprender que somos diferentes en un país que aparece como uno solo”, fue una de las principales reflexiones del catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Gonzalo Espino Reluce, quien tuvo la enorme responsabilidad de aperturar el ciclo de ponencias con el tema Interculturalidad, Lengua, Literatura y Percepciones Regionales.
La VI CONALL tiene como finalidad enriquecer los conocimientos en la especialidad de linguística y literatura de los estudiantes de todo el país, que son los ejes temáticos que se abordarán del 26 al 30 de octubre, pero además se tocaran aspectos de pedagogía y didáctica, según lo remarco durante la ceremonia inaugural la presidenta de la comisión organizadora, la alumna Yeralin Chunque Zamora.
Durante esta semana estarán presentes Jairo Valqui, Saniel Lozano Alvarado, Roberto Reyes, Javier Garvich, Gustavo Solís Fonseca, Augusto Rubio , y Milton Rojas, Doriany Montoya Ramos, así mismo se espera la visita de Danilo Sánchez Lihón, Wilfredo Gonzáles Flores, Elvis Vereau, Natalí Pantigoso, Ricardo Ayllón, Jaime Guzmán y María Isabel La Rosa.
El día de clausura viernes 30 estarán Luis Miranda, Oswaldo Reynoso, Elmer Arana, Evelyn Chauca, Nila Vigil, entre otros linguistas y literatos. Cabe destacar que paralelamente a las ponencias de estos reconocidos personajes, se llevan a cabo en horas de la tarde talleres a lo largo de toda la semana.
Lingüístico Literario 2009 en Chimbote
Con la presencia de estudiantes de universidades de todo el país, se inaguro VI Congreso Nacional Lingüístico Literario 2009 en Chimbote dentro de la Universidad del Santa, dio inicio a una semana de cultura con ponencias, talleres, paneles, conversatorios, presentaciones y ferias de libros, entre otros. Los mismos que estarán insertos en el marco del VI Congreso Nacional Linguístico Literario 2009 “Carlos Eduardo Zavaleta”.
“La vocación de los pobres es ser parte de un país, pero a su vez la afirmación de comprender que somos diferentes en un país que aparece como uno solo”, fue una de las principales reflexiones del catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Gonzalo Espino Reluce, quien tuvo la enorme responsabilidad de aperturar el ciclo de ponencias con el tema Interculturalidad, Lengua, Literatura y Percepciones Regionales.
Dejó en claro además que a los hombres de letras y las artes en este tipo de eventos les interesan más los aspectos que tengan repercusión en el ámbito de la lengua y la literatura, que los temas que tengan que ver con el canon, aspectos legales o de territorio.
La VI CONALL tiene como finalidad enriquecer los conocimientos en la especialidad de linguística y literatura de los estudiantes de todo el país, que son los ejes temáticos que se abordarán del 26 al 30 de octubre, pero además se tocaran aspectos de pedagogía y didáctica, según lo remarco durante la ceremonia inaugural la presidenta de la comisión organizadora, la alumna Yeralin Chunque Zamora.
La ceremonia contó además con la presencia del rector encargado de la UNS, Víctor Castro Zavaleta, el Decano de la Facultad de Educación y Humanidades, Hermes Lozano Luján y la regidora de Cultura del Municipio de Nuevo Chimbote, Rosa Neyra de Oyola.
Durante esta semana estarán presentes Jairo Valqui, Saniel Lozano Alvarado, Roberto Reyes, Javier Garvich, Gustavo Solís Fonseca, Augusto Rubio , y Milton Rojas, Doriany Montoya Ramos, así mismo se espera la visita de Danilo Sánchez Lihón, Wilfredo Gonzáles Flores, Elvis Vereau, Natalí Pantigoso, Ricardo Ayllón, Jaime Guzmán y María Isabel La Rosa.
Para el jueves 29 se tiene programado un reconocimiento al destacado hombre de letras Carlos Eduardo Zavaleta.
El día de clausura viernes 30 estarán Luis Miranda, Oswaldo Reynoso, Elmer Arana, Evelyn Chauca, Nila Vigil, entre otros linguistas y literatos. Cabe destacar que paralelamente a las ponencias de estos reconocidos personajes, se llevan a cabo en horas de la tarde talleres a lo largo de toda la semana.
Incluso se cuenta con ferias de libros con participación de diversas casas editoras de la región y el país.
Poesía y Narrativa en la obra de Ángel Gavidia
VI CONGRESO LINGUISTICO LITERARIO
"CARLOS EDUARDO ZAVALETA"
Universidad Nacional del Santa
Chimbote 2009
Ponencia:
Poesía y narrativa en la obra de Ángel Gavidia
Expositor:
Ángel Gavidia Ruiz es médico de profesión y escritor por vocación, o si prefieren, médico por accidente y escritor por vocación. Nació en 1953 en el distrito de Mollebamba, provincia de Santiago de Chuco, La Libertad.
Tres poemarios y tres libros de cuentos componen el itinerario creativo de Ángel Gaviria, aunque también ha incursionado en el ensayo, fruto del cual tiene publicados los textos ‘El cólera en la ficción de García Márquez’ y ‘Santiago de Chuco y Julio Ramón Ribeyro’.
Veamos, en primer lugar, su trabajo en poesía.
Poesía se está callada
Gavidia tiene publicados los libros La soledad y otros paisajes (1987), Un gallinazo volando en la penumbra (1996) y Fuera de valija (2008). En estos tres libros, breves e intensos, confluyen en primer lugar el manejo riguroso y preciso del idioma, la enunciación exacta, la imagen que nunca es retórica sino sencilla; y un trabajo del ritmo que parece un examen, una observación de los sonidos.
En La soledad y otros paisajes, por ejemplo, Gavidia explora la naturaleza del arte poética a partir de un tema caro a la creación, como es la soledad de quien escribe: "quizá la soledad y Dios nacieron juntos" o "esta teatral soledad con quien convivo / compartiéndome / el alma/la casaca / el odio y el amor tan mutuamente". Y la soledad no es, para el autor, el camino irremediable sino tan solo la manera de mirar el mundo, de reconocerse solo y pendenciero, solo y amoroso, solo y tierno, como ese poema que termina diciendo que "Maya sabe querer como la tierra". Porque otro elemento que no esquiva su presencia es el campo, los seres que lo habitan, el paisaje inmenso de tan bello, y la nostalgia retratada en cinco palabras: "Murió el pobre jumento / abandonado".
Por su parte, Un gallinazo volando en la penumbra, profundiza el camino de la soledad a la tristeza, vallejiana a veces, siempre honda y terca soledad: "Y mi cuarto / mi mesa sin amigos / mi libro fatigado en la vieja pensión / fueron, supongo / como un poste sin luz / o una grada innecesaria en su orilla más áspera". Observemos que se trata de una doble mirada: una, hacia la subjetividad del estudiante que, lejos de la familia y los amigos, convive con la soledad y observa el mundo con los ojos empapados de nostalgia, de recuerdos, de sueños inconclusos; y otra, la imagen de una situación social en la que el hombre migrante se enfrenta a una ciudad hostil, desconocida y fría, el paso a una forma descarnada de convivencia donde no hay lugar para la tristeza, aunque esta surja incontenible, y en cambio sí para la vida práctica y el esfuerzo cotidiano.
Incluso sus reflexiones sobre la suerte del planeta no son esperanzadoras: "Quiénes irán por los caminos / las calles / los cafés / las iglesias vacías / las viejas bibliotecas sin respuesta". Indaga sobre los otros seres que comparten la vida con nosotros, y nuevamente pesan sobre nuestros hombros una desdicha infinita. Es decir, del primer libro de poesía al segundo, la soledad ha evolucionado en tristeza y pesimismo: "También morirá la soledad / o, eterna como es, quizás escape a la hecatombe / y sea la viuda de los hombres vagando por el Cosmos".
Pero no comprendamos esta poesía como una elegía o un canto al dolor. Más bien propongo observarla de manera indirecta, como quien, para expresar una crítica a la sociedad por sus injusticias e inequidades, personaliza el dolor del colectivo en su propia infancia y sus desesperanzas. Este poema "Será que se metieron los ríos en mis ojos: / siempre me voy al mar cuando estoy triste" reflexiona no solo sobre la soledad y la tristeza del poeta o de quien enuncia estos versos, sino también de un mundo incapaz de construir alegrías solidarias. Mientras el poema, "Aprendí de las bestias / a otear en el aire / junto a la fragancia de la alfalfa / un cuerpo humedeciéndose de espera", no solo rememora el campo, sino también es el reclamo a una forma de vida tan inhumana, que debemos encontrar en los animales el camino de la fraternidad.
En su último poemario, Fuera de valija, el autor hace gala de coherencia temática y estilística y vuelve sobre sus viejos pasos, pero esta vez mejor anclado en la vida que fluye y también en la nostalgia. Es decir, ya no se trata de un simple reclamo a la vida injusta o inhumana; ahora anidan ligeros, tímidos, esbozos de alegría en esa amplia soledad que todo lo llena: "Qué de los cascos retumbando en la pampa / Qué del trueno / Qué de los pavos salvajes guturando la aurora / Y qué del silencio: / la primera palabra / la primera semilla de una voz que no es mía / pero que habla por mí". Las imágenes del campo, aunque encadenadas a la memoria que las reconstruye, son fulgurantes, enérgicas, vívidas. Se trata, pues, de un trato a las figuras literarias con clara conciencia de su instrumentalizad; es decir, los temas, los referentes, solo son bocetos de un discurso incrustado en los sentimientos de la palabra, si vale el término. Y por eso estallan de vida aunque el tema sea la soledad y la nostalgia. Hermosa contradicción, que nos pinta a un artista de la composición y la palabra.
Y es que, a diferencia de César Vallejo, conceptista, vital, claro como un estallido de universos, Gavidia puede ser simplemente descriptivo y sin embargo profundo como una cuchillada en la conciencia: "Inocentes, como dos bellos animales / retozando sobre las sábanas verdes / como en un pastizal. / Después / -sudorosos aún y enternecidos- / bajando / ingenuamente / por el sendero arisco / a tomar agua".
Sin duda alguna, Ángel Gavidia es un poeta de merecida trascendencia en la poesía peruana. Comenzó a publicar a finales de los 80, y su poesía está acoplada a los vaivenes de aquellos tiempos no muy distintos a los actuales. Temas como la soledad, el campo, la nostalgia y una profunda mirada sobre la condición humana sobrepasan las fronteras de una poesía basada en la vida cotidiana o los avatares de la coyuntura. A Gavidia le interesa, mucho más, el hombre y su mundo, la existencia perecible, la soledad de la creación, y sin duda alguna, la belleza de la infancia, ese mundo que construye finalmente a los adultos que ahora somos.
Déjame que te cuente
Los libros de cuentos publicados por Ángel Gavidia son El molino de penca (1998), Aquellos pájaros (2000) y La cita y otras ausencias (2009). Se trata, como vemos, de una producción breve pero continua de cuentos emparentados entre sí por tramas populares, personajes del campo y héroes solitarios.
Su primer libro narrativo, El molino de penca, contiene cuentos tiernos y concisos, y son buenos ejemplos de precisión narrativa. En ellos los personajes oscilan entre los hombres y los animales, como una alianza de fraternidad irrenunciable. Del carácter de este libro, Jorge Eslava opina lo siguiente: "El poder de su evocación proviene de un espíritu ensimismado, por eso las páginas de este libro no tienen vértigo sino una devastadora nostalgia: ese sentimiento adquirido en la madurez ante la pérdida irremisible de un pasado que asumimos dulce, y acaso no lo fue. Bajo el terciopelo de la ternura, el autor despliega veinte estampas que registran con sensibilidad un espacio aldeano que es habitado por gentes sencillas y entrañables" (prólogo a la 2ª edición).
Habría que añadir que las estampas, viñetas y cuentos breves de este libro obedecen, como antes a la poesía, a la intención de informar de un mundo del cual debemos extraer el sentido. Una profunda relación con el relato oral nos muestra que las fuentes del autor son, antes que librescas y citadinas, la experiencia de vida y la deuda con esa patria cruel que es la infancia. Por tanto, no estamos ante el desglose de ese torbellino narrativo que es la trama, sino ante el entramado de un edificio breve, conciso y sin aspavientos, pero de una ternura entrañable.
En su segundo libro, Aquellos pájaros, Gavidia recrea el paisaje rural peruano sin rendirse ante el reto de la realidad social ni de la pura imaginación. Vida cotidiana y anécdota extraordinaria conviven en el caserío que ve llegar por primera vez el avión, en la lucha enfebrecida contra un árbol de molle finalmente dinamitado, o en un río que, al ser vencido tras la construcción de un puente, se seca; además, amores locos, desventuras de un zorro doméstico sacudido por la inmigración, la soldadesca entre la guerra y el abuso, o las aventuras increíbles de una botija de vino, entre otras historias, sintetizan no solo la vida del poblador en medio de su diaria lucha por sobrevivir, sino también la fantasía popular para enfrentar las adversidades de la naturaleza y la sociedad.
De este libro afirma Maynor Freire que se trata de "trece cuentos breves de atmósfera rulfiana y seguidora del rico lenguaje de Eleodoro Vargas Vicuña. Sus relatos se caracterizan por una frase bruja, una piedra de toque, anunciando el turbión que arriba tratando de arrasarlo todo, hasta que el agua se esfuma como por encanto" (en su artículo Nuevos nuevos y provincianos de la narrativa corta peruana).
Gavidia nos ofrece una conciencia muy particular del quehacer literario, que se dirige a construir magistralmente el conjunto de elementos narrativos, de modo que nos sorprenda con su precisión y contundencia. Además, el lenguaje ha sido elaborado con paciente cuidado. Estamos ante un estilista del idioma, que se emparenta fácilmente con los retos de la oralidad y el registro infantil (notable el último cuento para niños ‘Jacinto, el jilguero’). Sin duda, este manejo de los relatos cortos y breves no se agota en la narración de los hechos principales (que sería suficiente para la mayoría de grandes cuentistas), sino que se deleita en recoger elementos coloridos del paisaje o cualidades de los personaje populares que podrían haber sido considerados ociosos en otro tipo de registros, pero que en Gavidia iluminan y hasta dan sentido a una narrativa breve y al mismo tiempo intensa.
Podríamos agregar como características adicionales de esta narrativa el constante humor de Gavidia, que atraviesa incluso los momentos dramáticos de sus personajes; el cariño y la ternura para tratar a personajes del pueblo, tanto humanos como animales, así como un enfrentamiento a todos aquellos que abusan del poder en sus distintos niveles. Hay mucha solidaridad en sus historias, ironía y viveza que constituyen, en el fondo, la mirada del autor hacia un pueblo que sufre y que goza las peripecias de la vida. Porque el mundo pintado ama la vida, lucha diariamente por salir adelante y esgrime la alegría para darle sentido a la existencia.
Su tercer y último libro de cuentos, La cita y otras ausencias, es el ejercicio de una prosa poética, precisa y cruel. Cuánta desolación y amor extraviado. El protagonista es derrotado por el mundo y por sí mismo, por sus dudas y temores, aunque encuentre en el camino la razón que pudiera darle la felicidad o la alegría pasajera (la mujer esperando en el café, la mujer que se le entrega luego del vino, el encuentro con la mujer de antaño y la visita al hotel, etc).
En cuanto al despliegue de recursos narrativos, utiliza el estilo circular (termina por el comienzo, o al revés), el flash back que ilumina y explica la conducta del personaje (como la del hombre que deja esperando a la mujer que bebía café, para engolosinarse luego solo con los colgajos de su aroma y sus recuerdos), y una visión del mundo que ya explicamos al tratar su poesía: la soledad y la derrota, la desamparada observación de un mundo en crisis espiritual, el destino desolado para cualquiera que se anime a enfrentarse al mundo o, siquiera, a tentar la felicidad. Una mirada desencantada del mundo que logra, a contrapelo, una sensación de solidez narrativa de todo el conjunto del libro.
Y ahora volvemos al principio de todo, como explicamos al tratar su poesía. ¿Qué papel cumplen, en la poesía y narrativa de Ángel Gavidia, estos temas tercos y obsesivos como la soledad, la desesperanza y la derrota? ¿Es la imagen del mundo que el escritor nos encara con su bella y dolida poesía, o solo es la percepción personal de un escritor que, movido por la soledad de su profesión de médico, donde el hombre padece y muere, nos entrega para mostrarnos que todo es en vano, excepto la poesía y la existencia?
Se gastaron muy pronto las palabras
¿Quién es, finalmente, Ángel Gavidia, poeta y narrador, médico y escritor? Leamos sus propias palabras: "Pasé mi infancia en un caserío que en el incario se llamó Cundurmarca. Era una pampa mágica poblada de pardelas extrañas, grillos de colores y retazos de pantano que temblaban, en donde alguna vez aterrizó un avión. Esa pampa, que en las tardes sabía ponerse intensamente sola, me tomó de la mano para garabatear mis primeros poemas y probablemente todos los demás. Estudié medicina humana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ahora me desempeño como médico internista en el Hospital Belén de Trujillo y como docente en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de esta ciudad donde resido. Es decir, la poesía y la medicina batallan, no sé si irreconciliables, en mí, exigiéndome cada una su porción de vida y de sangre, su parte de conocimiento teórico y práctico, su indispensable tiempo… Finalmente, considero que un buen poema ha de tener dos características fundamentales: capacidad de síntesis y capacidad de sugerencia, además, obviamente, de ese oxígeno especial, que a modo del aire que insufla los huesos de las aves, predisponga al vuelo, al luminoso vuelo" (en urbanotopía.com).
Chimbote, octubre de 2009
Ricardo Vírhuez Villafane
NARRATIVA POSMODERNA EN EL PERÚ
NARRATIVA POSMODERNA EN EL PERÚ
Empezaré por efectuar algunas precisiones respecto a la exposición que voy a realizar. En primer lugar, haré algunas consideraciones sobre lo que se ha dicho sobre la posmodernidad en la narrativa y presentaré un núcleo de narradores adscritos a ella, centrándome en los años noventa, década en que aparece este tipo de narrativa. También apuntaré algunas características de otras expresiones narrativas de estos años, porque, a contrapelo de los narradores posmodernos, la posmodernidad no solo no representa un punto de quiebre en el quehacer literario de nuestro país, sino termina siendo una tendencia menor frente a las líneas tradicionales. En los años noventa son particularmente importantes las obras inmersas en el mundo andino y las que abordan el tema de la violencia política, así como las novelas y cuentos escritos desde la perspectiva de género y, en menor medida, las que se adscriben a la vertiente fantástica; a las que se deben sumar las incontables combinaciones entre una u otra forma narrativa, que hacen prácticamente imposible una clasificación que abarque y contenga todas las posibles tendencias.
Para entender mejor este punto, debemos tener en cuenta que ningún movimiento, escuela o proyecto histórico cultural destierra a sus predecesores de la escena literaria. La producción de los nuevos narradores –que no necesariamente proponen una nueva forma o tendencia narrativa– siempre converge con la de quienes poseen ya una trayectoria; y no es infrecuente que escritores experimentados se renueven o se inscriban en los nuevos registros literarios, en tanto que narradores noveles pueden mostrarse como epígonos de tendencias supuestamente canceladas.
En segundo lugar, quiero enfatizar que, pasada la euforia de quienes consideraban que luego de la caída del muro de Berlín y la implantación de la globalización económica se entraba en una nueva era de la humanidad, signada por la desaparición de la historia y la implantación de la posmodernidad en reemplazo de la filosofía, la ideología y el arte modernos, hoy, a menos de dos décadas de estos pronósticos, se ha producido la necesaria decantación de tales posturas.
La narrativa posmoderna surgió a la palestra con la pretensión de ser algo más que una nueva tendencia o escuela. Aspiraba a ser la expresión narrativa correspondiente del nuevo momento que vivía la humanidad. Al inicio de los noventa, Francis Fukuyama, uno de los exegetas del neoliberalismo, había escrito un libro de amplia cobertura internacional, titulado El fin de la historia. En él sostenía que la humanidad había ingresado en una nueva etapa en donde carecían de sentido no solo la historia y las ideologías, sino también todo intento de cambio, en la medida que se había llegado a la unanimidad en el pensamiento social y económico y se operaba un crecimiento incesante e incontenible de la tecnología. Según Fukuyama, y con él numerosos seguidores de sus ideas, sobrevenía una conciencia post histórica por haberse llegado al límite de la evolución del pensamiento humano, debido a la implantación universal de los principios de la democracia liberal.
Sin embargo, ahora nos encontramos con que cada vez son más frecuentes las opiniones de la reducción de la esfera de influencia de la posmodernidad o de sus alcances e, incluso, de su obsolescencia; a tal punto que en algunos campos de la cultura se sostiene la presencia de una pos-posmodernidad, como lo hace Roberto Fernández para la arquitectura. En la literatura en nuestro medio se menciona cada vez menos a esta tendencia, no por razones teóricas e intelectuales sino por el propio peso de otras expresiones que calan más en la sensibilidad social, en la medida que la creación narrativa entre nosotros se alimenta sobre todo de las experiencias vitales, de las vivencias recogidas en las nuevas condiciones sociales y económicas.
Si bien es cierto que la expresión cultural de la posmodernidad se articula a la globalización –fenómeno esencialmente económico y tecnológico–, de la que no podemos estar ajenos, se podría pensar que es inevitable que la posmodernidad absorba, queriéndolo o no, a los nuevos creadores e, incluso, influya en los pertenecientes a etapas anteriores.
Sin embargo, si como apuntan correctamente algunos intelectuales, el Perú nunca entró de lleno en la modernidad, sino solo en algunos sectores, ¿cómo puede ser posible que todo el mundo asuma esta nueva sensibilidad posmoderna? Más aún ¿qué ocurre con aquellos sectores de la sociedad que están en transición hacia un pensamiento moderno, o, más precisamente, hacia una producción creativa que apuntale esta modernidad a medias que nos caracteriza? ¿Dejan de tener sentido entonces las vivencias y ficciones de aquellas obras que no se inscriben en el campo de la posmodernidad? ¿Son descalificables los intentos de indagación sobre el sentido del ser social, de la existencia misma, propia de un tipo de literatura que –según los cánones posmodernos– es obsoleto? Son preguntas para las que no tengo respuestas válidas para todo el mundo, pero sí una posición personal.
Lo que es indiscutible es que la posmodernidad ingresó a nuestra realidad narrativa en la obra de algunos narradores. Lo prueban las novelas de Mario Bellatín, Óscar Malca y Jaime Baily, por ejemplo, reconocidos por la crítica peruana y extranjera como escritores posmodernos. A la obra de estos autores se sumó la de Iván Thays, Javier Arévalo y Carlos Herrera, por mencionar solo a los más conocidos y –a excepción de Óscar Malca–, con más de un libro publicado. Existen también, por supuesto, otros jóvenes narradores, e incluso no tan jóvenes, que podrían considerarse adscritos a esta denominación, pero ello merece otro trabajo aparte.
Una primera característica de las obras literarias narrativas posmodernas, es la uniformización de los mundos representados, producto de la pérdida e importancia de lo local frente a lo internacional, debido principalmente a la globalización. Esta característica, como rasgo distintivo que emparenta la obra narrativa de algunos jóvenes narradores con la de representantes de otras sociedades –más o menos semejantes a la nuestra–, está presente de manera muy nítida en la antología McOndo, preparada por Alberto Fuguet y Sergio Gómez y editada en 1996. McOndo, título irónico que representa la negación de todo lo "macondiano" –entendiendo bajo este término el realismo mágico–, es representativa de los alcances y limitaciones de la escritura de muchos jóvenes escritores iberoamericanos, como Alberto Fuguet (chileno), Edmundo Paz Soldán (boliviano), Ray Lóriga (español), Jaime Bayly y otros.
En los cuentos seleccionados, se puede apreciar rasgos comunes, como ligereza en el tratamiento del tema, cierto cinismo, algunos toques de humor, lenguaje coloquial, pero también monotonía, falta de mundos propios y de identidad (en gran medida parecen intercambiables). A medida que avanza la lectura de los cuentos y se repiten las escenas, el tipo de personajes e, incluso, a veces el lenguaje, paulatinamente decae el interés.
Los autores seleccionados son originarios de ocho países latinoamericanos, además de un español, pero los cuentos podrían ser firmados por uno u otro y transcurrir en cualquier ciudad de América Central o del Sur. La ambientación remite a espacios anónimos, sin ningún espesor ni singularidad: se habla simplemente de la casa, el motel, la habitación, la calle, el departamento, etc. Las ciudades aparecen desdibujadas, ni siquiera como una atmósfera o una presencia invisible. Pareciera haberse pedido la conciencia del lugar.
La homogenización no fue buscada por los responsables de la antología. En la introducción, ellos señalan que, a partir de un alejamiento de cualquier manifestación del realismo mágico, la juventud y otros detalles formales, hubo libertad irrestricta para el desarrollo de los textos. El resultado final, mostró que "el gran tema de la identidad latinoamericana (¿quiénes somos?) pareció dejar paso al tema de la identidad personal (¿quién soy?)" (pág. 15). No son, pues, frescos sociales ni sagas colectivas, sino realidades individuales y privadas.
Jaime Bayly, el representante peruano, había ya publicado para entonces dos novelas: No se lo digas a nadie (1994) y Fue ayer y no me acuerdo (1995), que si bien habían causado mucho revuelo y buenas ventas en el ámbito nacional, eran completamente desconocidas en el mercado externo. Con La noche es virgen (1997), novela con la ganó el premio Herralde en España, ingresó al circuito comercial hispanoamericano.
El valor literario de sus obras es muy discutido, pero es innegable su aceptación por parte del público, seducido por su estilo ligero, sus toques de humor y, sobre todo, sus temas que, además de las drogas, el sexo (hetero y homosexual) y demás inquietudes juveniles actuales, incluyen una –deliberada o no–, cercanía a los modelos de la vida real, empezando por él mismo (que incitan a la identificación de los personajes usados en la ficción). El de Bayly es el caso más representativo de la presencia de las leyes del mercado en la producción de un autor, pues éste, a pesar de su declarada búsqueda de una expresión de sus propias inquietudes, ha repetido una y otra vez la fórmula que le ha proporcionado mayores éxitos, sobre todo por su reiterado tratamiento de la homosexualidad en el narrador-protagonista. A ello se suman otras razones extra literarias, derivadas de su popularidad como figura en la televisión.
Bayly es también representativo de la denominada tendencia "ligth", una de las características de la narrativa posmoderna, producto de las exigencias del mercado, que demanda lecturas ligeras, de entretenimiento, no demasiado densas. Sin embargo, creemos, ésta no es una característica esencial de la narrativa posmoderna; pues de serla, cualquier escritor, con un mínimo de oficio, podría escribir este tipo de literatura, así su mentalidad sea moderna e, incluso, premoderna.
Superficialidad en el tratamiento, pragmatismo en las aspiraciones, preocupación por la difusión y la "aceptación" del público, son rasgos que pueden encontrarse en obras de diversos autores a lo largo del siglo veinte. Lo distinto serían simplemente las condiciones exteriores a la creación –el crecimiento editorial, la ampliación de los mercados, el peso de la publicidad– mas no se trataría de una nueva perspectiva creativa, supuestamente propia del mundo de hoy. En otras palabras, no se trata de que la literatura superficial caracterice la actual narrativa, en contraposición a la "profunda" de las épocas anteriores. Porque dentro de la misma posmodernidad se encuentran otros modelos distintos, como es el caso de Mario Bellatín.
Bellatín es un escritor considerado unánimemente como representante de la narrativa posmoderna. Y, aunque él es nacido en México pero con una larga residencia en el país, carece de importancia si se lo considera mexicano o peruano, pues su narrativa es descontextualizada, profundamente individual y ajena a inquietudes colectivas de cualquier tipo. Sus textos, desde Mujeres de sal, publicada en 1986, pasando por Efecto invernadero (1992), Canon perpetuo (1993) Salón de Belleza (1994), Damas chinas (1995), y las que publica en el presente siglo son novelas cortas; lo cual, desde la perspectiva de las décadas precedentes, lo hubiera calificado como un escritor menor, incapaz de alcanzar las cumbres de una "novela total", requisito para ser considerado entonces como un narrador integral y de primera línea. Desde esta perspectiva podría considerarse su producción como "ligth", mas su obra es una infatigable búsqueda de una expresión personal, de un mundo propio, que se ha ido ramificando de manera cada vez más libre de obra en obra.
La prosa de Bellatín es depurada, casi desnuda de adjetivaciones, despojada de referentes realistas, en tanto que sus ficciones podrían ocurrir en cualquier ciudad; pero, si bien ofrecen una deliberada fragmentación en la composición, característica típica de la narrativa posmoderna, su búsqueda de un sentido a la realidad (aunque profundamente individual y a través de las emociones) lo hace tomar distancia de los extremos de la posmodernidad que propugna la falta de sentido, de esencias en la condición humana.
Bellatín es sobre todo un creador de atmósferas enrarecidas, pero a la vez un incesante buscador de formas literarias, no a la manera vanguardista, sino retomando viejas formas adaptadas a su sensibilidad. El resultado puede ser perturbador o de una extraña belleza. Su libro más aclamado por la crítica, Salón de belleza, es una presentación de la soledad y la angustia de seres marginales enfrentados a la muerte. Lo paradójico es que en esta novela, la conversión del salón de belleza en "moridero", lugar de refugio de enfermos incurables –se supone que de sida, aunque nunca se nombra la palabra–, golpean nuestro sentido de equilibrio cotidiano. Lo singular es que las descripciones son mínimas, pero a través de la presentación paralela de la degradación de la vida en la pecera del protagonista, nos va introduciendo en ese mundo en el que la muerte se va apoderando de todo, incluso del narrador. De esta manera, a pesar del individualismo exacerbado de la propuesta narrativa de Bellattín, de su desapego por los referentes locales, la novela revela de manera superlativa la situación actual de la sociedad peruana, oscilando entre la violencia, la marginalidad y el abismo social.
La obra de Bellatín por ser tan personal y orientada a una búsqueda permanente de formas nuevas, es insular en nuestra narrativa. En cambio, Al final de la calle, de Óscar Malca, tiene sus antecedentes en Los inocentes, de Oswaldo Reynoso, y una larga lista de seguidores que toman la posta –con las particularidades del caso– de la línea retomada por este libro, como son Sergio Galarza, Manuel Rilo, Carlos Dávalos, José Tola, Carlos Rengifo, entre otros jóvenes narradores.
No sostenemos que haya una influencia directa entre Los inocentes y Al final de la calle, así como entre ésta y las obras de los narradores más jóvenes. Creemos que hay una respuesta propia de cada época y de cada sensibilidad particular para enfrentar las condiciones del medio y del momento que les ha tocado vivir. En la obra de Reynoso, a pesar de que se trata de cuentos compuestos en la forma clásica, como obras cerradas e independientes, existe una correspondencia interior entre todos ellos, personajes que aparecen en uno y otro cuento, de tal forma que es evidente una vocación de integración. En cambio, Al final de la calle (1993), pese a tratarse de una novela con un referente identificable –el distrito de Magdalena del Mar– y personajes caracterizados según las costumbres y ritos propios de una collera de barrio, no se observa la integración ni la unidad usuales en una obra de este género. La estructura de los capítulos aparece muy abierta y el final de la novela no termina de dar cuenta del universo narrativo creado. Para los críticos que se guían por los patrones literarios usuales, es una novela fallida, resultado de falta de destreza narrativa y manejo técnico de la composición; para otros, la falta de una estructura cerrada es producto de uno de los imperativos posmodernos: la fragmentación, consecuencia de la abolición de totalidades racionales, de universos regidos por una lógica integradora. La forma de composición estaría, pues, reflejando mejor que cualquier recurso o discurso al interior de la obra, una característica esencial del mundo posmoderno.
La composición de la novela basada en capítulos que se van sumando no de manera acumulativa, sino como escenas cogidas casi al azar, en la vida de los personajes que transitan hacia la nada, se repite de alguna manera en Contraeltráfico (1997), de Manuel Rilo. Al igual que en la novela de Malca, la violencia callejera y muchas veces gratuita, la búsqueda de sexo al paso, libre de cualquier atadura, el uso frecuente del alcohol y de la droga, muestran un escenario que se repite también en los cuentos de Galarza, Dávalos, Rengifo, etc. en lo que algún comentarista ha unificado bajo las siglas JUM (joven, urbano y marginal); una narrativa que, aplicándoles el modelo de sus mentores norteamericanos, oscilan entre el "realismo sucio" de Bukowski y Easton Ellis y el "minimalismo" de Raymond Carver. El problema de este tipo de narrativa es que empezó a dar vueltas sobre si misma, repitiéndose, hasta convertirse en un tópico que entró en un callejón sin salida. La marginalidad y la violencia cotidiana devino en un derrotero sin horizontes que lo trascendiera.
Por su parte, la obra de Iván Thays en esos años tuvo un carácter extremadamente individual, también descontextualizada, preocupada por la interioridad del individuo, con una aspiración estetizante, pero de ninguna manera "ligth", y no se la puede agrupar con la de narradores anteriormente mencionados. Si hay algo que ponía distancia con respecto a la narrativa de sus pares posmodernos, era su permanente afán de búsqueda de la belleza literaria. Poseedor de un lenguaje rítmico y depurado, tenía también mucho cuidado en la composición de sus obras y en el diseño en sus personajes; además, sus variados referentes culturales hacían que la lectura de sus cuentos y novelas fuera exigente, elitista al decir de algunos comentaristas.
El sentido de lo unitario de su primer libro, Las fotografías de Frances Farmer (1993), a pesar de tratarse de un conjunto de cuentos, lo singulariza dentro del canon posmoderno. Los cuentos que componen este conjunto poseen una ligazón evidente, a tal punto que el sentido íntegro de ellos solo es posible captarlo una vez que se han leído todos. En este primer libro también se define lo que sería una característica recurrente de su obra: el lirismo, el carácter elusivo y distanciado del mundo limeño y el peso dominante de lo sensorial y las emociones. Su independencia respecto a las claves de la novela realista se manifiesta en diversas formas. Thays no solo se desentiende de la realidad peruana, sino, a diferencia de los escritores cosmopolitas de otras épocas, tampoco le interesa ningún otro país o ciudad en particular, de modo que en El viaje interior (1999), su segunda novela, "inventa" una ciudad europea: Busardo. En ella desarrolla con toda libertad el tema romántico, en torno al cual abundan las referencias culturales, las reflexiones intelectuales, las observaciones precisas, los símbolos, siempre con una prosa muy cuidada. Por todo ello, ha logrado concitar los mejores comentarios de la crítica, aunque no el favor del público, principalmente porque el lector común encuentra su lectura tediosa. En general, su obra, profundamente personal y alejada de concesiones al mercado, difiere diametralmente de la de Bayly.
Carlos Herrera publicó en 1995 Blanco y negro, una novela muy original, cada capítulo supone una rama del conocimiento, a la manera de la estructura del Ulises de Joyce. Los críticos, a propósito de su obra, trajeron a cuento a Borges, a Cortázar, al Tristam Shandy, de Sterne, a la narrativa fantástica, aunque sin abandonar del todo el tratamiento realista. Posteriormente publicó La musa y los muertos (1997) y Crueldad del ajedrez (1999), libros de cuentos muy versátiles, en los que insiste en el tratamiento de referentes culturales de procedencia diversa. Ricardo González Vigil, a propósito de su obra, ha afirmado que Herrera asume una rica herencia literaria y cultural: las fábulas y las parábolas, los mitos y los diálogos filosóficos, las sátiras (...) y las narraciones de Voltaire, Swift, Bierce, Schowb, Kafka, Borges, Cortázar, Arreola y Monterroso.
Javier Arévalo es un escritor que se ha ocupado en sus obras de las peripecias de jóvenes urbanos marginales, su lenguaje coloquial es ligero, por momento ingenioso –sobre todo en los diálogos–, con cierta dosis de cinismo. Practica la ironía, jugando muchas veces con la transtextualidad, para poner distancia ante cualquier atisbo de asumir una creencia trascendente. Al igual que muchos de los personajes provenientes de la vertiente del realismo sucio a lo Bukowski, sus héroes –o antihéroes– se entregan a la noche, al alcohol, al sexo, a las drogas; lo que lo diferencia de los seguidores de esta tendencia, denominada por González Vigil "Neorrealismo exacerbado", es su tino para evadir la truculencia, con un toque de humor, a veces teñido de cierta melancolía y, sobre todo, el uso del recurso de la novela policial, a lo Raymond Chandler o Dashiel Hammett. La fórmula no siempre le funcionó de manera efectiva en sus primeras obras, pero este interés creciente en el subgénero policial, marca una línea divisoria con la narrativa posmoderna, que en general desconfía de la racionalidad como eje de la organización del material narrativo.
Y es que la novela policial, desde su origen, ha estado asociada con la búsqueda del crimen basado esencialmente en la razón, a tal punto que en algún momento se convirtió en un juego intelectual en el que los personajes terminaban siendo piezas de un ejercicio deductivo, los crímenes perdieron su dosis de estremecimiento para convertirse en meros pretextos para el develamiento del misterio. La novela negra rompió con la atmósfera enrarecida del relato policial clásico e impuso nuevas reglas de juego, que lo acercaron más a la novela realista recusadora del sistema. La violencia que impregnaba sus páginas fue la razón que impulsó a denominarla precisamente "novela negra". Pero incluso en las novelas de mayor desborde de violencia y agresividad, de gratuita criminalidad, la racionalidad siempre termina por imponerse de algún modo, así fuera para dar una última explicación a los sucesos. Los finales de la novela policial tienen necesariamente que concluir con una recomposición racional, aunque sea mental del orden de las cosas, de la sociedad.
Por esta razón, las novelas de Arévalo, si bien comparten algunos rasgos de la narrativa posmoderna, como es el tono ligero, la desconfianza de todo trascendentalismo, el cinismo y el general desencanto de sus personajes, no abandona rasgos de la narrativa precedente, como es la delimitación precisa de ambientes, cierta inquietud de apertura a la realidad local (las barriadas, por ejemplo) y, sobre todo, la impronta de lo policial como hilo conductor de sus composiciones.
Precisamente, el interés por el desarrollo de novelas en la línea de la novela policial, o de los recursos de este tipo de novela, es una característica que se ha impuesto en las últimas dos décadas del siglo veinte. Lo han practicado Vargas Llosa (¿Quién mató a Palomino Molero?, 1986), Carlos Calderón Fajardo (La conciencia del límite último, 1990), Fernando Ampuero (Caramelo verde, 1992), Alfredo Pita (El cazador ausente, 1994), Peter Elmore (Enigma de los cuerpos, 1995), Alonso Cueto (El vuelo de la ceniza, 1995), Pilar Dughi (Puñales escondidos, 1999), entre otros. Las razones de esta proliferación del subgénero y su amplia difusión en nuestro medio aún no han sido estudiadas en profundidad. Una de las razones que podemos aventurar, a manera de hipótesis, es que esta forma literaria sustituye de alguna manera la norma realista para reflejar fenómenos sociales como la corrupción, la violencia política, el narcotráfico, tal como hicieron Dashiel Hammet, Ross McDonald, James Cain y otros cultores de la novela negra en su momento respecto a la sociedad norteamericana. Además, no es desdeñable tampoco pensar en la influencia del cine, como estímulo digno de ser emulado, por su ritmo y dinámica propias de la vida urbana y sus dosis de emoción que se redobla cuando se integra a una intriga bien diseñada.
Otra tendencia que se halla a contrapelo de las exigencias del posmodernismo y que tiene una creciente importancia en nuestro medio, es la que comprende a la novela histórica. Este tipo de novela (y eventualmente el cuento) responden a una larga tradición latinoamericana. Si en nuestro país, en los últimos años podemos mencionar una decena de novelas que abordan el tema histórico, en América Latina las cifras son mucho mayores y, además, responden a un interés permanente. Seymour Menton, en su libro La nueva novela histórica en América Latina, señala que entre 1949 y 1992, pudo identificar la existencia de 367 novelas de esta tendencia. Obviamente, no todas son obras bien logradas, pero algunas alcanzan gran significación dentro de la narrativa contemporánea. Así, por ejemplo, Peter Elmore, realiza un estudio de cinco novelas de excepcionales méritos: El siglo de las luces, de Alejo Carpentier; Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos; Noticias del Imperio, de Fernando del Paso; El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez; y La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa.
En nuestro medio, además de La guerra del fin del mundo, en la década del noventa se debe considerar La violencia del tiempo, novela de Miguel Gutiérrez, una obra vasta, compleja y rica en diversos planos narrativos, siendo uno de los principales el plano histórico. Del mismo Gutiérrez, aunque en tono menor, pero con el mérito de aunar de manera creativa la ficción con el ensayo, se encuentra Poderes terrenales. A estas novelas se pueden sumar las de Carlos Thorne y de José Antonio Bravo, entre los escritores con mucho oficio y una trayectoria iniciada en los años cincuenta y sesenta, respectivamente. Del primero debemos mencionar El señor de Lunahuaná (1994) y El encomendero de la adarga (1999) y del segundo La quimera y el éxtasis (1996). Más jóvenes son Fieta Jarquette, Luis Enrique Tord y Luis Nieto; la primera publicó en España Yo me perdono, su primer libro. Tord y Nieto, predominantemente cuentistas por entonces, recibieron premios nacionales en este tipo de narrativa. Salvo las novelas de Vargas Llosa y la primera de las mencionadas de Miguel Gutiérrez, todas ellas transcurren en la etapa de la conquista y la Colonia. Por supuesto que sus recursos y concepción de la novela están lejos de los modelos clásicos de recreación minuciosa de la época, al estilo de Walter Scott; o de alambicada composición, a lo Salambó, de Flaubert. En las novelas de estos escritores, es usual el uso de las rupturas temporales, el "racconto", el monólogo interior, etc., recursos técnicos que, usados con mucha destreza, dan una visión renovada de la época con evidentes proyecciones al presente.
Dentro de esta línea de interés existe el singular caso de un conocido crítico de arte, de larga trayectoria profesional y académica, que publica su primera novela en el año 2001. El título de ésta es La destrucción de Cartago; su autor: Alfonso Castrillón. Esta novela se ubica en la Lima del siglo XVII o, mejor dicho, en San Juan de Cartago –que para el caso es lo mismo, pues muy bien podría ser cualquier ciudad hispanoamericana, en la época de la colonia–, pero en el marco de situaciones fantásticas o libremente imaginativas, que desbordan los hechos históricos. Con anacronismos deliberados, referencias irónicas y saltos temporales para tomar distancia, Castrillón instala al lector en el un mundo totalmente imaginario, pero a la vez muy familiar por su galería de personajes y sus escenarios tradicionales. El resultado es una novela que comparte el estatuto de lo histórico, pero a la vez posee cierta intemporalidad; en ella se recrean tópicos tradicionales con cierta ligereza, pero a partir de una recreación rigurosa de mentalidades y costumbres. Y, lo más importante: a pesar de compartir algunas características técnicas de la narrativa posmoderna, como el manejo del metatexto, la presencia de una intriga atenuada con un final abierto y su estructura fragmentada, no abjura de la búsqueda de identidad cultural ni mucho menos de los valores humanos. Lamentablemente, el carácter singular de esta novela y sus méritos evidentes, no ha recibido la atención de la crítica que merece.
En términos generales, quizás una de las más importantes conclusiones es que la presencia de la posmodernidad ha puesto sobre el tapete nuevamente aquello que caracteriza a nuestra realidad social: su carácter siempre inacabado y múltiple, heterogéneo y desigual. Si entre las sociedades del primer mundo se ha dado un debate entre la relación de continuidad o discontinuidad respecto a la modernidad y la posmodernidad, en las sociedades latinoamericanas no podía –no puede– hablarse de una modernidad acabada que dé paso a una fase posterior. Nuestra modernidad desigual y periférica en lo económico y social, extendida por supuesto a lo cultural, provoca que en cualquier periodo de estudio se aglutinen, de manera simultánea, con igual valor intrínseco, expresiones de diversa índole. Que los frutos literarios producto de esta situación, sean aceptados o no en los círculos más exigentes de la crítica, el espacio que ocupen, su recepción por parte del público, dependen de condiciones extra literarias.
De allí que, al lado –o por encima– de obras novedosas, como la de Bellatín, Thays o Herrera, se cuenten las de Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Edgardo Rivera Martínez u Óscar Colchado. Y si con la fragmentación, el inacabamiento, la intertextualidad, la desterritorialización y el pastiche, se han escrito obras de indudable valor; con los viejos recursos de la composición armónica, las técnicas vanguardistas, el diseño de personajes arquetípicos, la indagación en los intersticios del alma humana, se siguen produciendo novelas y cuentos de gran significación y belleza.
Y no se trata solo de que los escritores de una trayectoria reconocida continúen en su línea de trabajo, pues no pocos jóvenes están recorriendo los caminos del realismo, al que adicionan algunos elementos de aquí y de allá para sus creaciones. Podemos así mencionar a Enrique Planas, José de Piérola, Gustavo Rodríguez, entre otros.
La narrativa andina, por denominar de alguna manera a las novelas y cuentos que se inscriben en el mundo cultural andino, han dado obras muy importantes en los últimos años del siglo veinte. Baste mencionar a Ximena de dos caminos 1994), de Laura Riesco, País de Jauja (1996), de Edgardo Rivera Martínez y Rosa Cuchillo (1997), de Óscar Colchado, para apreciar el vigor y el nivel que mantienen obras que se entroncan, pero de manera personal, en una larga tradición narrativa. No se trata en ninguno de estos casos de novelas adscritas al indigenismo, ni siquiera al neo indigenismo; se trata de obras de características singulares, ya sea por su técnica y la ambiciosa confrontación de dos mundos culturales, como en País de Jauja; por la visión lírica y a la vez conflictiva en lo íntimo de Ximena de dos caminos; por la conjunción solvente del mundo mágico andino con los hechos de la violencia política de la década de la guerra interna, en Rosa Cuchillo.
Otro rasgo de la narrativa de esos años, que algunos críticos cuestionan como rasgo literario por emplearse un criterio extra-literario, es la literatura escrita por mujeres. Lo cierto que en las dos últimas décadas del siglo veinte se hicieron presentes muchas mujeres en el campo de la narración, si lo comparamos, por ejemplo, con lo ocurrido en los años cincuenta, en la que casi no hay narradoras. En cambio, en esos años publicaron novelas y libros de cuentos Laura Riesco, Pilar Dughi, Carmen Ollé, Aída Balta, Patricia de Souza, Fietta Jaquet, Leyla Bartet, Rocío Silva Santisteban, Carla Sagástegui, Gaby Cevasco, Zelideth Chávez, Fátima Carrasco; sin que la lista sea completa. Es, pues, un hecho innegable; lo que es debatible –negado incluso explícitamente por algunas de ellas–, es si están escribiendo una "narrativa de género". Nuestra impresión es que, salvo alguna excepción, a estas escritoras les importa desarrollar una opción narrativa sin ninguna etiqueta; aspiran solo a lograr una obra de acuerdo a sus motivaciones, independientemente del sexo. Existen, por supuesto, algunas opiniones discrepantes; pero éste es un tema que rebasa el mero apunte de tendencias que es motivo de esta exposición.
La narrativa de la violencia política, si bien no ha tenido un desarrollo proporcional al impacto que sufrió la sociedad peruana en su conjunto, a raíz de los más de diez años de estar inmersa en tal situación, sí mereció la atención de escritores de la talla de Vargas Llosa, aunque con una de sus novelas de menor valor, como es Lituma en los Andes, pasando por la ya mencionada Rosa Cuchillo, de Colchado y los cuatro libros de cuentos de Dante Castro, hasta la presencia en algunas escenas o capítulos, o cuentos, de numerosos narradores, como José de Piérola, Luis Nieto Degregori, etc.
Este apretado panorama ha dejado muchas piezas sueltas, incluso dentro de las tendencias más recientes, quizás por tratarse de puntos de vista debatibles, como es por ejemplo, la presencia del neobarroco como expresión de la posmodernidad, sustentada en una exposición sobre Fata Morgana de Rodolfo Hinostroza, escrita por Sergio Franco. Asimismo, dejamos en suspenso el significado de la narrativa fantástica, de larga data en la tradición narrativa occidental e incluso oriental, pero de escuálidos resultados en nuestro medio hasta la década del setenta e incluso ochenta; lo mismo que la narrativa del barrio –como es el caso de Final del Porvenir, de Augusto Higa– y la novela de la ciudad, tema de larga tradición y vigencia en muchos países –como Enigma de los cuerpos–, de Peter Elmore–. Tampoco hemos examinado aún la influencia y presencia de los medios de comunicación masivos en la composición de las obras actuales, quizás por no haberse usado como materia prima para el logro de ciertos efectos, tan común en otras realidades. Pero no dudamos que, de acuerdo a las tendencias actuales, y más allá de las fronteras de la posmodernidad, éstas y otras formas abordadas solo en forma incipiente, provocarán obras de indudable mérito literario.
Roberto Reyes Tarazona, Octubre de 2009
Esta antología, que tuvo una gran difusión internacional, puso en primer plano la existencia de una forma de entender la narrativa arraigada ya en muchos países latinoamericanos, aunque circunscrita a círculos restringidos, debido principalmente a medios de escasa difusión. El éxito del libro permitió dar el salto o afianzar la carrera de algunos de los antologados.
COMPRENSIÓN TEXTUAL (Luis Miranda) VI CONALL
COMPRENSIÓN TEXTUAL (Luis Miranda) VI CONALL
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texto, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Narramos una cosa con claridad si exponemos primeramente lo que primero sucedió, guardando el orden de las cosas y de los tiempos como ellas sucedieron o como parezca que hubiera podido suceder. Donde deberá considerarse que nada digamos confusa, torcida, ambigua ni nuevamente; que no nos pasemos a otro asunto, que no lo contemos desde su origen, que no lo prosigamos prolijamente, que nada omitamos de cuanto al asunto pertenece y observemos lo que se previene acerca de la realidad. Porque cuanta más breve, tanto más clara y de más fácil inteligencia será la narración. Verosímil será, si hablamos así como pide la costumbre, la opinión, la naturaleza, si se guarda el orden de los tiempos, la dignidad o el decoro de las personas, el motivo de los consejos, la oportunidad de los lugares para que no pueda oponerse o que hubo poco tiempo o que no hubo causa o que el lugar no fue proporcionado o que los mismos hombres no lo pudieron hacer o sufrir. Será en fin agradable la narración, si contiene cosas nuevas, no esperadas, grandes y de peso.
Rafo León
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
César Hildebrandt.
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
A) ¿Cuál es el tema? B) ¿En cuántas partes está dividido?, ¿por qué?, ¿hay marca(s) de digresión?, ¿cuáles? C)¿Qué marcas de cohesión se presentan (repetición léxica, proformas, paráfrasis, paralelismo)? D) ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Qué miseria tener que escribir todos los días de política.
Qué sarta de mentiras y de impostores. Cuánta engañifa. Cuántos sapos tragados. Cuántas noches de iguana. Qué débil la inteligencia, qué poderosa la teatralidad, qué chusco el disparate. No entiendo por qué no se callan si no tienen nada que decir. Un año de transcripciones del Congreso no vale una página de "Duque", la novela en la que José Diez Canseco describe, con tintas cargadas, la clase social de la que tuvo que huir para ser y de la que renegó para no ser como ellos.
Diez años de discursos en el hemiciclo no valen un cuadro de Tilsa, un cuento de Ribeyro, una travesura alada de Eguren, un disco de Lola Odiaga dándole a su clavecín bien temperado.
Sólo el arte podrá salvar a este país en el que la vulgaridad se ha convertido en virtud. El día en el que los periódicos le dediquen más páginas a la cultura que a la política, ese día será uno de liberación y refundación. Porque estamos secuestrados por los idiotas.
Los idiotas que deciden de qué van los noticieros de la tele. Los idiotas que trazan la ruta y la agenda de la política. Los idiotas que creen que la prensa la deben de escribir, los que no saben escribir y que las universidades las deben regir los oculistas. Nunca han tenido más poder los idiotas. Sólo los forajidos compiten con los idiotas. Y no hay clase más dominante que la de los idiotas forajidos.
Mientras tanto, los investigadores de la ciencia no tienen dónde caerse muertos, la Biblioteca la dirige un adulón, el INC es una momia, los poetas no tienen editores, los nuevos novelistas deben pasar por "Si para sobrevivir y cualquier brillo ha sido desterrado de los periódicos. Es más: todo brillo ha sido prohibido y la trinchera norte de los opacos ha tomado el poder.
Esto es el Mayo-68 de la opacidad. Todo cambiará el día en que encendamos la tele y escuchemos un conversatorio sobre Garcilaso y abramos un periódico y hallemos seis páginas dedicadas a César Moro y sintonicemos una radio para oír un debate en torno al Protocolo de Kyoto. ¿Que eso aburre? Pues pueblo que no se esfuerza ni se aburre un poco en el esfuerzo termina creyendo que Magaly Medina tiene importancia. Es imprescindible aburrirse. Es del todo necesario ampliarnos, renacer, fatigarnos. De lo contrario puedes aparecer, con cara de idiota, en alguna página de Sociales. Desconfío de la gente que no se aburre. Esa es la gente que optará por lo fácil. Y lo fácil es ser idiota. Un idiota feliz.
César Hildebrandt,
La Primera, 04/06/2009 Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
A) ¿Cuál es el tema? B) ¿En cuántas partes está dividido?, ¿por qué?, ¿hay marca(s) de digresión?, ¿cuáles? C)¿Qué marcas de cohesión se presentan (repetición léxica, proformas, paráfrasis, paralelismo)? D) ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Hay siete ejecutivos en el Perú que ganan más de un millón de soles anuales. Se concentran principalmente en el sector minero, según la consultora Deloitte. El sueldo más alto de un gerente en el Perú es de un millón 400 mil soles anuales: el equivalente a 120 mil soles mensuales. Trato de imaginarme qué haría si recibiera 120 mil soles todos los meses, mes tras mes, año tras año. ¿Me compraría un departamento y lo amoblaría todos los meses? Con 120 mil soles lo puedo hacer. ¿O mejor ahorro y me compro una casa grande cada tres meses? ¿Pero qué me haría con tantas casas? ¿Gastaría en yates, playas completas para mí solo, mayordomos? ¿En qué puede una persona gastar 120 mil soles TODOS los meses del año? Parece que los gerentes mineros ganan mucho dinero. Si los comparamos con lo que ganan los obreros mineros de Casapalca, no cabe duda: un solo gerente minero gana más que 200 trabajadores juntos. Pero si lo que ganan los gerentes parece mucho, miren lo que ganan los dueños de las empresas. Los propietarios de las acciones tipo C de Southern Peru Copper Corp han visto cómo sus acciones han pasado de valer 10 mil millones de dólares hace un año, a valer 27 mil millones hoy: una ganancia de 17 mil millones de dólares, más de 50 mil millones de soles. Esta cifra definitivamente escapa a mi imaginación. No sé calcular cuántas maletas llenas de billetes se necesitarían para poner todo ese dinero. ¿En obreros, cuanto sería? Pues lo que ha ganado ese grupo con sus acciones, solo de esa empresa, en el último año, es más que lo que ganan TODOS los obreros del Perú, de todos los sectores y empresas, en un año. Un obrero en el Perú gana en promedio 980 soles mensuales. Si juntamos los salarios de un millón de trabajadores peruanos, mes a mes, durante todo el año, no alcanzamos la suma de lo que han ganado un grupo de accionistas de Southern. Felizmente, pensarán nuestros lectores, el Estado obtiene parte de esas ganancias mediante impuestos. De esa manera, dirán, algo nos toca al resto de los peruanos. ERROR. Quien piensa así está equivocado.
La ley peruana establece que quienes tienen acciones en la bolsa y obtienen ganancias porque estas suben de precio no pagan impuestos por eso. A usted y a mí, trabajadores dependientes, cada vez que recibimos nuestro cheque mensual ya nos descontaron el impuesto a la renta. Pero por las ganancias obtenidas en la bolsa de valores no se paga nada, ni un sol, cero, nil. Southern es una de las tres grandes empresas mineras del Perú, junto con Antamina y Yanacocha concentran la mitad de toda la producción minera nacional, pero no podemos dar cifras similares de las otras dos porque no cotizan en la bolsa de valores. Sin embargo sabemos que Antamina aumentó sus ingresos en US$ 2,500 millones anuales solo por efecto del aumento internacional de los precios del cobre: dinero llovido del cielo, lotería feliz. En fin, el mundo es así: cada quien baila con su propio pañuelo. Total, si Dios se los dio, que San Pedro se los bendiga. Oops... otro error. Resulta que los minerales que se encuentran en el territorio peruano, según nuestra Constitución, pertenecen a la Nación. El pañuelo no es de ellos. Esa riqueza no se la dio Dios, es de todos los peruanos. Pero si el billete de lotería es nuestro, ¿por qué al menos no vamos a medias? El año pasado, las principales empresas mineras tuvieron ganancias por 22 mil millones de soles. Diez 35mil millones de soles más que el año anterior, gracias a que los precios del cobre y el zinc se cuadruplicaron y los precios de los otros metales se duplicaron. El gobierno aprista ha negociado que las empresas aporten 500 millones de soles anuales al "Programa minero de solidaridad con el pueblo", apenas el 5% de las sobreganancias. En cambio en Ecuador las empresas petroleras deben pagar un impuesto a las sobreganancias del 50%. En Botswana el Estado recibe el 80% de las utilidades de la principal mina de diamantes, que es su riqueza mineral, gracias a lo cual es el país del mundo que más ha crecido económicamente desde 1960. Si nuestro gobierno hubiera hecho como Ecuador, recibiría no 500 sino 5 mil millones de soles ANUALES. ¿Cuál es la diferencia? Con este dinero se podría: Otorgar S/. 100 mensuales a TODAS las familias pobres extremas del Perú: Un total de S/. 900 millones. Hacer gratis la atención, medicinas, diagnósticos y operaciones en los hospitales y centros del Ministerio de Salud, y tener brigadas de salud itinerantes en 100 provincias con zonas alejadas: S/. 600 millones. Dar pensiones básicas de S/. 200 mensuales a todos los peruanos mayores de 65 años que habitan en el campo: Un total de S/. 800 millones. Dar mil soles por aula, para su refacción y mobiliario, a las asociaciones de padres de familias y directores de colegios públicos: Un total de S/. 300 millones. Construir sistemas de agua potable para 3 mil pueblos rurales donde viven millón y medio de familias: S/. 1,000 millones. Duplicar los beneficios entregados a los comités del vaso de leche y comedores populares, otorgando a las madres organizadas recursos para proyectos sociales y económicos: S/. 400 millones.
Pedro Francke
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
¿Cuál es el tema? B) ¿En cuántas partes está dividido?, ¿por qué?, ¿hay marca(s) de digresión?, ¿cuáles? C)¿Qué marcas de cohesión se presentan (repetición léxica, proformas, paráfrasis, paralelismo)? D) ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Un informe del diario Página 12, de Argentina, deja en claro, ante los ataques de histeria por el caso de Bolivia que, en la mayoría de los países petroleros, las transnacionales deben asociarse con empresas estatales. Dice Página 12 que "los economistas liberales suelen ver 'populismo' en todas aquellas decisiones que no son funcionales a las grandes multinacionales", y destaca que "el control de los hidrocarburos por parte de los gobiernos nacionales no suele ser la excepción sino la regla en el mercado internacional". Cita casos importantes, comenzando por Arabia Saudí. Este país inició, en 1972, un proceso gradual de nacionalización que culminó en 1988 "con la creación de la Saudi Arabian Oil Company. Desde entonces, las multinacionales solo operan en sociedad con la compañía estatal, que se queda con la mayoría de las ganancias. En Kuwait, la industria petrolera es controlada por el Estado, a través de la empresa Kuwait Petroleum Corporation, y la participación de las empresas extranjeras está limitada a contratos de servicio. Irán estatizó la industria petrolera en 1951 y sufrió un golpe de Estado por esta causa. Soportó luego la tiranía del Sha para complacer a los EE.UU. y al Reino Unido. y, en los 70, la situación volvió a variar y, hoy, el Estado controla toda la cadena productiva y limita las inversiones extranjeras a un 25 por ciento, y siempre en asociación con nacionales del país. Nigeria, el principal productor africano, tiene un régimen mixto en el cual las compañías extranjeras (Shell, Mobil, Chevron y Elf) operan asociadas a la empresa estatal Nigerian National Petroleum Corporation, que "posee entre el 50 y el 80 por ciento de las acciones, y solo pueden participar en actividades de comercialización las multinacionales que participan en exploración o explotación de crudo". En Libia "la Compañía de Petróleo Nacional (NOC) controla más del 65 por ciento de la producción. La participación de las empresas extranjeras solo es posible asociándose con la firma estatal en uniones transitorias de empresas que se reparten la producción. Ese es el caso de Repsol, que en la actualidad es el primer operador en Libia detrás de NOC". En América Latina, el Estado mexicano monopoliza la producción petrolera a través de Pemex. Lo hace a pesar de las fuertes presiones de EE.UU. para que abra la explotación a la inversión extranjera. Si Fox, que cuando Bush ordena saltar él solo pregunta ¿a qué altura?, se ha negado a conceder este pedido, podemos colegir que se trata de un interés muy arraigado en la conciencia popular o de un negocio imprescindible para mantener la gobernabilidad. Y, finalmente, Venezuela. Allí "el gobierno de Chávez puso fin a contratos firmados con una veintenade petroleras transnacionales durante la década del 90. En su reemplazo se crearon empresas mixtas en las que la estatal Petróleos de Venezuela posee, como mínimo, el por ciento de las acciones. También fijó un aumento de las regalías. Las multinacionales (Chevron, Shell, Repsol, etc.) tuvieron seis meses para aceptar las nuevas reglas o retirarse del mercado. Todas se quedaron, salvo la italiana Eni y la francesa. Total. En ambos casos, el Estado se hizo cargo de los campos de extracción". Esta política, a la que no le han faltado capitales, es practicada por varios Estados y no por "populismo", sino como una decisión estratégica para preservar los intereses nacionales. En un informe de 2003 titulado 'Bolivia es un paraíso para las petroleras' se pueden leer datos dramáticos de lo que ocurría hasta entonces con el petróleo boliviano. Se trata de datos que difícilmente hacen parte de las informaciones que suministra la prensa oficial. Dice así: "Las transnacionales Repsol, YPF y Amoco, que han tomado el control de la ex empresa estatal boliviana YPFB, presentan los costos unitarios de producción y de exploración de hidrocarburos más bajos entre 200 empresas analizadas a nivel mundial. El costo promedio para la producción de un barril equivalente de petróleo es de 5.6 dólares a nivel mundial pero, en Bolivia, ese costo se reduce, en el caso de Repsol/YPF, a tan solo 1 dólar y, en el de Amoco, a 0.97 dólares. En el ámbito internacional, únicamente la petrolera Niko Resources tiene un costo de producción más bajo (0.87), según consigna la publicación internacional Global Upstream Performance Review 2003. Y se agrega: "Las transnacionales que operan en el país tienen también los costos más bajos en la búsqueda y desarrollo de un barril de petróleo, que es de 8.58 dólares a nivel mundial y de 5.66 dólares el promedio latinoamericano. Este costo, en el caso de Repsol/YPF, es de apenas 0.40 dólares por barril equivalente de petróleo, que es 20 veces más bajo que el promedio internacional y 14 veces más bajo que el latinoamericano. Según los informes gubernamentales, las petroleras extranjeras que explotan los recursos naturales no renovables de Bolivia pagan pocos impuestos. En el último quinquenio (1998-2002), Repsol/YPF pagó apenas 4.3 millones de dólares como promedio anual, mientras que Amoco pagó 5.2 millones de dólares". No quisiera exagerar, pero cualquier persona con un mínimo sentido de la justicia puede apreciar que estas cifras son de total escándalo. No se trata de oposición a la inversión extranjera. Se trata, sí, de hacer primar el sentido común que nos dice que ese tipo de inversión nunca va a contribuir al desarrollo del país que la recibe. Repsol/YPF ganó en el 2005 alrededor de 4,500 millones de dólares en Bolivia. Y no sería malo que los hubiese ganado si, al menos, hubiera dejado una ganancia equivalente en el país que, según toda evidencia lógica, es quien permite a la compañía lucrar tan generosamente. ¿No resulta comprensible que ante esta situación la población de Bolivia reclame un cambio de política en materia de inversiones? Serían ciegos, masoquistas o suicidas si no lo hicieran. Si a ese hecho agregamos que, según las informaciones provenientes de Bolivia, Repsol no es un apasionado defensor del medio ambiente, podemos colegir, poniéndonos en el sitio de nuestros hermanos del Altiplano, que la percepción que tienen de dicha petrolera se asemeja más a la de un verdugo que a la de un inversor que trae bonanza al territorio nacional. Tildar peyorativamente de 'populistas' las políticas que tratan de combatir este tipo de escándalo solo es una pantomima de los grandes inversores para defender sus excepcionales ganancias. Quien defiende como propio de un libre mercado sin corrupción este género de inversiones está desinformado, es un canalla o forma parte del negocio. No hay un solo argumento decente para defender la implementación de políticas que aseguran a los más ricos el derecho de explotar, según sus exclusivos intereses, los recursos de los más pobres.
Guillermo Giacosa
¿Cuál es el tema? B) ¿En cuántas partes está dividido?, ¿por qué?, ¿hay marca(s) de digresión?, ¿cuáles? C)¿Qué marcas de cohesión se presentan (repetición léxica, proformas, paráfrasis, paralelismo)? D) ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Los profesores de ciencias sociales John Robinson y Steve Martin, de la Universidad de Maryland, han terminado un estudio gigantesco que ha abarcado a unos 30,000 adultos monitoreados por un lapso que va desde el año 1975 al 2006. El objetivo de la observación era establecer una relación estadística y metódicamente rigurosa entre el consumo de televisión y el grado de felicidad. Se entenderá que esta definición es muy elusiva, de modo que Robinson y Martín tuvieron que aceptar el carácter restrictivo de algunos de sus parámetros: el avance en cuanto a autorrealización personal se refiere, la sensación de haber cumplido con aquellas pocas metas emocionales que cada uno puede considerar importantes, la relación con la pareja, la unidad familiar y el diálogo con el entorno social. El estudio, que se publicará en el número de diciembre de "Social Indicators Research", una publicación de la famosa empresa 10Springer Science+Business Media, confirma lo que algunos habían intuido desde hace muchísimo tiempo: los menos felices ven más televisión (un 30% más, para ser precisos) y la caja boba opera como una auténtica adicción: brinda una pasajera sensación de bienestar y garantiza un duradero y a veces culposo malestar. Y es que la TV aparta a sus víctimas de los placeres de la vida social y cultural, 14deteriora la comunicación entre los miembros de una familia, fomenta el aislamiento y construye –o 15ayuda a construir- una realidad paralela que es más bien un simulacro, una aproximación ideológica y, muchas veces, un sucedáneo mentiroso administrado como narcótico. La televisión seduce sobre todo a las personas que tienen dificultades para relacionarse y se ofrece como un consuelo que, a la larga, 18agudizará esa sensación de soledad (soledad de a dos en muchos casos) y hará más fuerte y más alto el muro que ese sentimiento de no pertenencia a la comunidad ha levantado. Las personas que en el estudio demostraron no sentirse felices con su matrimonio encontraron en el rito del televisor el pretexto perfecto para alejarse aún más de su pareja. Y es que el prestigio del "consumo informativo" de la TV se mantiene intacto, a pesar de que otros estudios demuestran que los noticieros televisivos están mucho más dedicados a priorizar la información de acuerdo al sello político de cada estación en lugar de brindar una mirada amplia y relativamente imparcial de lo que de veras sucede en el mundo.
El hecho de que la TV, además, se ofrezca como un medio vívido y fácil, cálido y sin otro requisito que el de entender el lenguaje en que se está emitiendo, hace que los muy jóvenes se habitúen a ella con cada vez más precocidad. Como se sabe, Giovanni Sartori, el mayor crítico de la devastación cultural producida por la TV, ha escrito varios ensayos al respecto.¿Qué es lo que los menos infelices hacen en los tiempos de ocio que los más infelices dedican a la TV? El estudio que comentamos lo dice sin tapujos: leer periódicos, por ejemplo. Hay una relación directa entre la abstinencia de lectura y el atragantamiento de contenidos televisivos. Después de este estudio podemos decir, a despecho de lo que maúllen algunos resignados comentaristas de TV, que lo que nació con un inmenso potencial de mejorar la educación popular se ha convertido en un obstáculo para la información y en una vía endovenosa por donde gotea el tóxico de la banalización (incluyendo la banalización del sufrimiento, la guerra como espectáculo y la imbecilidad como discurso cotidiano). En resumen, ya podemos decir que la TV es el método perfecto -el más perfecto por ser masivo como ningún otro- para alienar al hombre. Cuando Feuerbach describió la alienación religiosa como un proceso que termina haciendo del hombre un esclavo de sus propias fantasías y cuando Marx apuntó, hablando de lo mismo, que en el capitalismo el trabajador será extrañado de sí mismo y despojado del don de crear (al que "reemplazará" el deber de servir), ninguno de los dos imaginó siquiera lo que habría de lograr la televisión en manos de quienes heredaron las hilanderías inglesas donde los proletarios y los niños que allí se extenuaban estaban condenados a ser extensiones de las máquinas. Hoy esos infelices trabajan menos horas y el tiempo que les sobra se lo dedican a la televisión. El círculo parece haberse cerrado. El círculo de tiza caucasiano.
El hecho de que la TV, además, se ofrezca como un medio vívido y fácil, cálido y sin otro requisito que el de entender el lenguaje en que se está emitiendo, hace que los muy jóvenes se habitúen a ella con cada vez más precocidad. Como se sabe, Giovanni Sartori, el mayor crítico de la devastación cultural producida por la TV, ha escrito varios ensayos al respecto.¿Qué es lo que los menos infelices hacen en los tiempos de ocio que los más infelices dedican a la TV? El estudio que comentamos lo dice sin tapujos: leer periódicos, por ejemplo. Hay una relación directa entre la abstinencia de lectura y el atragantamiento de contenidos televisivos. Después de este estudio podemos decir, a despecho de lo que maúllen algunos resignados comentaristas de TV, que lo que nació con un inmenso potencial de mejorar la educación popular se ha convertido en un obstáculo para la información y en una vía endovenosa por donde gotea el tóxico de la banalización (incluyendo la banalización del sufrimiento, la guerra como espectáculo y la imbecilidad como discurso cotidiano). En resumen, ya podemos decir que la TV es el método perfecto -el más perfecto por ser masivo como ningún otro- para alienar al hombre. Cuando Feuerbach describió la alienación religiosa como un proceso que termina haciendo del hombre un esclavo de sus propias fantasías y cuando Marx apuntó, hablando de lo mismo, que en el capitalismo el trabajador será extrañado de sí mismo y despojado del don de crear (al que "reemplazará" el deber de servir), ninguno de los dos imaginó siquiera lo que habría de lograr la televisión en manos de quienes heredaron las hilanderías inglesas donde los proletarios y los niños que allí se extenuaban estaban condenados a ser extensiones de las máquinas. Hoy esos infelices trabajan menos horas y el tiempo que les sobra se lo dedican a la televisión. El círculo parece haberse cerrado. El círculo de tiza caucasiano.
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texo, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
El lector sabrá disculpar la frivolidad de la presente columna, publicada en vísperas de unas elecciones que parecen cruciales para el futuro de nuestro país. De pronto, ante hechos de tanta importancia, uno se pone nervioso y prefiere trasladarse mentalmente a Florianópolis, en lugar de pensar en encuestas, alianzas políticas, outsiders y castas tradicionales de poder. Es que Florianópolis tiene más de cien playas, que se abren en bahías y caletas a un Atlántico transparente y cálido, enmarcadas en montañas verdísimas que componen un ecosistema llamado la mata atlántica. Queda en Brasil, al extremo sur del país. Su nombre deriva del nombre de Floriano Peixoto, un dictador que en el siglo XIX reprimió a sangre, fuego y exterminio, el intento federalista de esta zona brasileña, que en ese entonces se llamaba Desterro. Hoy muchas obras públicas en Florianópolis llevan el nombre de Peixoto, pero los jóvenes que habitan la isla -había olvidado decir que es una isla- le han cambiado la denominación a su tierra. La llaman Floripa, detestan que un lugar tan hermoso y pacífico esté identificado con un tirano bananero de esos que no hacen historia sino sainete sangriento. Florianópolis se convirtió en Floripa por un principio democrático silvestre y juvenil. Floripa es la capital del Estado de Santa Catarina y, para ser una ciudad brasileña, , resulta diminuta. Tiene apenas 350 mil habitantes, distribuidos entre la ciudad misma y poblados pequeños dedicados al turismo. Las playas de Floripa aparecen como soñadas y son visitadas por una cantidad considerable de viajeros extranjeros. Por tanto, hay grandes, resorts y también hoteles más pequeños y pensiones para tablistas y casas hospedaje para parejitas aventureras. Sin embargo, ni un centímetro cuadrado de esa costa de paraíso ha sido privatizado. En Brasil, como en el Perú, el litoral es constitucionalmente de dominio público, solo que allá lo es de a verdad. Los millonarios argentinos y uruguayos que pasan sus vacaciones en los hotelones y residencias de Costao de Santinho o Jureré Intemacional, bajan a la playa como lo hace cualquier mochilero, cualquier señora local, cualquier pescador o cualquier empleado de correos que sienta el mismo calor y las mismas ganas de tomar un baño, que los dueños del cemento argentino o de las curtiembres charrúa. En Floripa la democracia ronda a los veraneantes y los protege de barreras, cercos, guachimanes y balazos. "El mostrador más democrático del Brasil" es el slogan de un huarique de comida de mar, enclavado en el Mercado Público del centro histórico de Floripa. Estaparte de la ciudad es colonial y muestra las casas portuguesas pintadas de colores chillones, cimentadas en un espacio público donde bulle la energía de miles de personas de todos los tipos físicos imaginables, pues en Floripa hay presencia portuguesa, africana, azoriana, alemana, italiana y sobre todo, presencia de todos estos orígenes mezclados no solo racial sino socialmente también. Cualquier persona que uno ve puede formar parte de cualquier sector de la sociedad, de manera normal y asumida. Muy bien, dentro del mercado existe un puesto llamado Box 32 donde el dueño ofrece diariamente una comida magnífica en base a ostras, peces de río y mar y mariscos varios, que se acompañan de vinos para todos los bolsillos. Al Box 32 va quien quiere, todos son bien recibidos y a todos se les atiende como a reyes y como a amigos, pues estamos en un mercado público. Repito, "el mostrador más democrático del país". Y ante unos camarones empanizados, en Floripa me pregunté, ¿no vale la pena darnos cuenta de que la democracia es también una fuente de placer? Me disgusta eso de que la democracia" con todas sus imperfecciones, es el mejor régimen político". Resulta mezquino para con la urgencia de ser felices, o al menos, de vivir sin miedo y con el rostro expuesto al aire de la libertad. El goce esencial a la vida diaria de Floripa da una lección de política y un mensaje muy claro: la democracia es muchísimo más que ir a votar mañana.
Rafo León
"Somos"
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texto, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión aparecen (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Hay días en los que desconfio de tanto chullo en pasarela fashion, de tanto cuy servido en porción gourmet, de tanto bordado ayacuchano en zapatillas de marca, de tanto chill out con valsecito y cajón, de tanto orgullo porque nuestra bandera haya sido elegida la segunda más bella del mundo (?), de tanto un solo grito Perú, de tanto libro ilustrado sobre nuestros portentosos recursos naturales y culturales, de tanto Tongo en Gótica, de tanto interés por el turismo interno, de tanto portafolio de fotógrafo-peruano-exitoso-en-el-mundo retratando a flaquitas europeas entre vendedoras de cuero de chancho en los pueblos jóvenes del Cusco. Hoy es un día de esos, por dos razones. La primera. Si de verdad estuviéramos en un proceso de integración, que supondría, si no acabar, al menos paliar las barreras de racismo y clasismo que estructuran la exclusión desde la Colonia hasta hoy; si en verdad fuera así, no habría pasado tan piola la barbaridad cometida por la policía y el alcalde de Miraflores con los cuatro ciclistas de Larcomar. El caso es de más conocido: estos muchachos ingresaron a Larcomar interesados en ver una demostración de ciclismo, deporte que ellos practican con tesón. El problema es que como son cholos y llevaban celulares y MP3, la policía los persiguió, los golpeó, los insultó, los amenazó con sembrarles coca y los metió presos por casi una semana. El problema es que el alcalde Masías convocó -como lo ha demostrado el noticiero de América TV del 13 pasado- a una conferencia de prensa en la que presentó a los ciclistas como los integrantes de la banda "Los Malditos de Larcomar". El problema es que cuando se aclararon las cosas, Masías, con la pata en alto, salió a los medios a decir que él no tenía que pedir disculpas porque todavía la policía estaba investigando. Es decir, en el Perú se es culpable mientras no se demuestre lo contrario. Este gravísimo hecho ha sido digerido con excesiva facilidad en un Perú que pareciera estar descubriéndose a sí mismo, con Tongo y con zampoña. Lo siento, hoy desconfío. La segunda. Si de verdad estuviéramos embarcados en un rescate y proyección de nuestros recursos naturales, no habría ocurrido tan fácilmente otro hecho absolutamente vergonzoso. En el reciente foro mundial de bioseguridad realizado en Bonn, el Perú lideró el bloqueo a una iniciativa de 140 países que buscaba sacar una normatividad que los proteja de los daños generados por las empresas productoras de cultivos transgénicos. Fue patético. El lobbysta de esta iniciativa fue Alexander Grobman, quien representa en el Perú al grupo Monsanto, el mayor productor mundial de semillas manipuladas genéticamente. ¿y quién le aceitó a este caballero el ingreso ala reunión de Bonn? Pues nuestro ministro de agricultura y nuestra Cancillería. El Perú, así, se hacía cargo de una tarea bastante subalterna, como es la de impedir que se ponga límites a una industria que, de manera comprobada, afecta en forma irreversible a territorios bendecidos por la biodiversidad. Y ojo que el Perú es uno de los doce países mega diversos del planeta. Entonces, si fuera verdad tanta belleza, si estuviéramos hurgando posibilidades de inclusión social y de respeto por nuestros recursos en planos más profundos que el bordado huancaíno y el tartare de vizcacha, si fuera verdad, estos dos escándalos tendrían que haber movido masas. Y no ha sido así. Dina Páucar podrá ir a cantar a las discotecas de Asia en el próximo verano, la lliclla andahuaylina será un must en los desfiles de Milán, los guarismos de turismo interno indicarán un aumento del sector 4x4, pero en el fondo seguiremos siendo lo que siempre hemos sido. Débiles frente a lo lesivo del poder. Tibios ante el abuso contra los otros. Cómplices de las más primarias expresiones de exclusión y discriminación. Benévolos con Masías, con Monsanto y con los ministros que le hacen la camita a las corporaciones internacionales, cumpliendo como chancones la principal tarea que les ha encomendado Alan García. Hay días en los que desconfío hasta de mi propio trabajo.
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texo, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Un Workshop de turismo es una reunión entre empresarios de un destino que se acercan a sus pares de lo que podría ser un interesante país emisor y hacer negocios juntos. Promperú realiza workshops de manera continua y en los últimos meses ha puesto la mira en los países limítrofes, ante las cancelaciones de los polos emisores del Primer Mundo que no gastan por la crisis. Me tocó hace un par de semanas estar como invitado de la entidad en una de esas reuniones -no cobré un mango, que nadie venga a hacer "periodismo de investigación" sobre algo tan transparente- con la tarea de motivar a los colochos a promover Lima entre sus clientes, sobre todo por la comida, además de las compras de todo lo que es diseño andino-moderno en moda, decoración y todo eso que ahora anda fuerte. Con gran profesionalismo, hay que decirlo, Promperú a través de una agencia de relaciones públicas contratada en Bogotá (cuyo propietario es un joven peruano, Carlos Trelles, quien en una influyente revista de economía figura entre los empresarios extranjeros más exitosos del país vecino), consiguió no menos de diez entrevistas para radio, Tv y prensa escrita, y la delegación peruana se tuvo que repartir para satisfacer a todas con un discurso directo y seductor. Fue más que extenuante. Cada uno de los tres días que duró el evento hubo un almuerzo con prensa de alto nivel en alguno de los catorce restaurantes de comida peruana que abren sus puertas en Bogotá y que tienen enloquecidos a los cachacos, como se les llama a los habitantes de la capital de ese país divertido y alucinado. Trece empresarios peruanos expusieron sus productos en el workshop y yo me dediqué a conversar con algunos a ver qué tal les había ido. En promedio, bien, me dijeron, las agencias de turismo colombianas se muestran muy atraídas por Perú, entre otras razones, porque no se necesita visa ni pasaporte para venir, hay 42 vuelos semanales y la gente que nos ha visitado dice haber sentido la satisfacción de que los vistas de migración no les pusieron cara de perro por mostrar pasaporte colombiano. Hasta ahí, cañón, pero hasta ahí nomás, porque la mayoría de contactos terminaba con alguna alusión a Laura Bozzo por parte del colombiano. Así como lo lee. Reseño algunas. "Muy loable el esfuerzo del Perú por cambiar su imagen, pero lamento decirle que tomará años borrar la idea de que allá domina la violencia doméstica que presenta Laura y eso los colombianos no lo aceptamos". Otro: "Yo he querido hacer congresos de empresas en Lima, en Ica, la infraestructura es buena y su aeropuerto es un hub. Pero mis clientes me amenazan, tal como lo han visto en el programa de Laura". Otro: "Está muy bien que muestren su maravillosa gastronomía, pero todavía domina entre nosotros la idea de que los peruanos solo comen lo que se vende en los carritos sangucheros". Comentarios por el estilo, vertidos con un poco más de elegancia, pude recoger de embajadores, líderes de opinión, gente que está en el poder y que toma decisiones y tiene una gran capacidad de influencia en la opinión pública. En Colombia por varios años se vio televisión peruana por cable, tanto que a ese sistema se le llamaba la "perubólica". RISAS y SALSA, KARINA y TIMOTEO, MAGALY, noticieros. La gente recuerda con aprecio esos programas, pero a Laura, con asco. La relación costo/beneficio de los workshop de Promperú es muy eficiente en determinados sectores del mercado colombiano, pero el arranque de un flujo turístico interesante parece atracarse entre otras razones por la imagen que esta mujer ha dejado sobre el Perú allí y en varios otros países de América. Yo no tengo una interpretación satisfactoria a un fenómeno tan bizarro, pero sí que despellejaría con mis propias manos a la Bozzo, admitiendo que quien la ve es su cómplice.
Fray Luis de Granada
Rafo León
Somos, 49
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texo, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Alan García es como esos detergentes que se relanzan con nuevos agentes antimlugre pero que ala hora de la hora terminan siendo el mismo emplasto químico de siempre. El coco sódico, los puntitos verdes, los quitamanchas supersónicos no son sino argumentos de venta para la chanfaina que ya el ama de casa conoce y que la desilusiona porque le hace verque, como decía Freud en relación con la neurosis, lo peor que a uno le puede pasar es la constatación de que la vida no es sino la eterna repetición de lo mismo. En la forma García ha cambiado: el ruedo de la cintura y una arrogancia operáti han marcado en el personaje una distancia entre lo que hoy es y el mozallón patilludo y esbelto que hace casi veinte años nos colocó a la par de la posguerra alemana en cosas de la inflación. El contenido de su discurso, qué duda cabe, es otro muy distinto al del cóndor indoamericano de hace dos décadas: hoy, con la misma fruición con la que en ese entonces defendió la estatización de la banca, se corta las venas por la exportación primaria de materias primas bajo la idea de que ese es el no va más de la modernidad, tanto que el otro día se comprometió a que al finalizar su gobierno, la economía peruana... ¡será la de mayor crecimiento en el mundo! Ojalá me ligue una alita. Hay un aspecto en Alan que no ha cambiado nada, que sigue ya ni siquiera en los ochenta: en los setenta. En los setenta velasquistones y compadreros. Me refiero a su idea de lo que es la comunicación. Ya me lo había dicho hace unos meses un fogueado periodista que lo conoce desde hace mucho tiempo: García piensa que aún seguimos en los tiempos en los que hacía llamar al director de un medio, le invitaba un almuerzo y al día siguiente se cambiaba la línea editorial. Ni siquiera mediando plata ni mermelada, solamente con el encanto y la seducción del poder ejercido sobre una mesa del comedor de palacio. En el año 90 yo trabajaba en un periódico que era suyo, Página Libre, dirigido por Guillermo Thorndike, ido antes de tiempo. Recuerdo que un día Guillermo nos reunió a los editores para transmitirnos un mensaje del presidente del Perú y el dueño de la empresa: "quiero comer esta noche con toda mi guardia pretoriana". Yo, que no soy guardia pretoriana ni siquiera de mis nietas trillizas -que son lo único que me gusta de la vida en los tiempos que corren- simplemente no me presenté a esa cena porque no me parecía elegante que un equipo completo de periodistas respondiera a un llamado tan groseramente bananero. El spot que Alan ha colocado en todos los canales de televisión -con una pauta que debe superar a las de Alicorp y Backus juntas- expresa el otro lado de la arcaica concepción presidencial sobre lo que es comunicar. Bien simple: agarra unos cuantos temas, les pone unas cifras ganadoras al lado sacadas de la manga, se contrata a un grupo de modelos que representen distintos personajes de la peruanidad pobre y se les hace decir que estamos en el país de las maravillas. El mensaje es: en tres años con Alan, x empleos, x alfabetizados, x asegurados, x viviendas, x atendidos en salud, x carreteras, etc. ¿Piensa García que por decirlo la gente se lo va a creer? En publicidad hay un axioma de principiante: decir no es vender. Pues en este pésimo spot se confunde la palabra con el hecho, lo cuantitativo con lo real, el modelo con la persona de carne y hueso. Cuando algo falla en el gobierno, aparecen los ministros a explicar que se han dado fallas en la comunicación. A la luz del spot en mención, lo que queda claro es que las peores fallas son las que se dan en la realidad de un gobierno cuyo jefe no ha cambiado en eso de pretender agarrarnos como pasivos guardias pretorianos al servicio de sus delirios.
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
=partes del texto.
//
Fray Luis de Granada
Notas:
1=
paráfrasis.2=
paralelismo.3-8=repetición léxica.
9=marca de digresión: en fin.
//
Tema= "Como hacer una buena narración" o "Como hacer una narración clara, verosímil y agradable".
Tipo de texto= práctico.
Comprensión textual (Luis Miranda) VI CONALL
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texo, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Todo el mundo tiene por cierto que lo mejor en esta vida es ser rico. Pero, pocos de los que, siendo pobres, aspiran a la riqueza, se han parado en reflexionar en los graves peligros que ésta conlleva. Hay que considerar que la riqueza puede afectar a la tranquilidad del espíritu, a la autoestima y al bienestar del cuerpo. En primer lugar, la persona rica tiene la obligación de mantener o aumentar su fortuna. Pero múltiples factores conspiran contra esa intención. Las inversiones especulativas o los ladrones (de antifaz o de despacho) pueden volatizar su dinero acabando con su tranquilidad. En segundo lugar, su autoestima se verá afectada pues nunca sabrá si las manifestaciones de afecto que pueda percibir las recibe por sí mismo o por su dinero. Finalmente, toda persona pudiente se ve impelida a participar en frecuentes banquetes, fiestas y saraos que le obligan a ingerir más comida y bebida de lo que debe y a permanecer en vigilia hasta altas horas de la madrugada, con el siguiente perjuicio para su salud y bienestar físico. Por todo ello, concluimos que, antes de pasar por el infierno de ser rico, es preferible mantenerse en un estado de serena, sincera y frugal pobreza.
M.F.F. (alumno del Taller de Glòria SANZ)
Comprensión textual (Luis Miranda)
¿Cuál es el tema? ¿En cuántas partes está dividido el texo, por qué? ¿Hay marcas de digresión, cuáles? ¿Qué marcas de cohesión presenta (repetición léxica, paráfrasis, paralelismo, pro-formas)? ¿Qué tipo de texto es, por qué?
Se maneja con la seguridad del médico y la certeza de la monja y lo dice con todas sus letras: sería irresponsable que los gobiernos decretaran obligatoria la vacuna contra la gripe AH1N1. Teresa Forcades, benedictina española, se pregunta ante una cámara de video: ".. . si hay menos mortalidad (con la AH1N1 versus la gripe estacional), ¿cómo se puede declarar una pandemia?". La manifestación de Forcades fue colgada hace un par de semanas en Internet y está batiendo récord de descargas, se titula CAMPANAS POR LA GRIPE A y dura 54 minutos.
La tensa serenidad de la monja asusta porque convence, se trata además de una investigadora que ha publicado un estudio que en su momento fue una patada 7en la entrepierna para muchos laboratorios: LOS CRÍMENES DE LAS GRANDES COMPAÑÍAS FARMACÉUTICAS. No es difícil deducir que las recientes declaraciones de la religiosa sobre la que fuera llamada gripe porcina, hagan línea con su tesis global según la cual las transnacionales de la salud tienen una capacidad de lobby de tal magnitud que pueden conseguir que se oficialicen enfermedades que no lo son, que se impongan fármacos sin que se haya estudiado lo suficientemente el efecto secundario, que se siga investigando con métodos antiéticos y prohibidos, todo dentro de un espacio de poder económico y político protegido por un respeto inmerecido como es el de la producción de medicamentos.
Muchísima gente sigue creyendo que los médicos y las fábricas de pastillas son en esencia buenos. Será difícil que los fabricantes de armas o los narcos puedan alguna vez jactarse de un appeal semejante. Aldous Huxley no solo supo leer el futuro de Occidente en cuanto a dominación política y control mediático, también escribió: "La medicina ha avanzado tanto que ya nadie está sano". Una palabra resulta clave para desatar procesos que multiplican de manera exponencial las ganancias de los laboratorios: diagnóstico. Los ingleses han creado un círculo de élite formado por filósofos, científicos y médicos dedicados a desarrollar alertas en este tema, el Consejo Nuffield sobre Bioética. En un informe de hace siete años (citado por Jorg Blech en LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES), estos vigilantes de la cordura consideran que la medicalización de la vida del ciudadano es la corriente dominante: "parte del problema radica en la extensión del diagnóstico o la tendencia a definir los trastornos de un modo tan amplio que cada vez hay más y más individuos atrapados en la tela de araña del diagnóstico". Hoy son enfermedad la disfunción sexual masculina y femenina, el jet lag, la menopausia, el parto con dolor, el periodo menstrual, los kilos de más, la depresión enmascarada, el síndrome de Sissí (¿?), la falta de vitaminas, el reflujo, el "exterior poco favorecedor". Enfermedades, no trastornos derivados de ciertas circunstancias como el paso del tiempo, la simple normalidad o el cruce del Atlántico en un avión. Enfermedades reconocidas por la OMS y que, por tanto, ingresan al sistema de la medicalización, con diagnóstico y receta. La lista es larga e incluye, por supuesto, al síndrome TDAH. ¿Recuerda el lector el corso contra el tráfico que se armó hace unos meses porque este columnista se atrevió a hacer preguntas de sentido común sobre la sorprendente diseminación del metilfenidato entre adolescentes de colegios caros en Lima? Saltaron los gremios y muchos neurólogos y psiquiatras a defender sus fueros pero, y esto es lo más grave, a pedir que quienes supuestamente no tenemos una voz autorizada, nos callemos la boca. Recibí más palo que si hubiera escrito que el pisco es chileno. Tal fue la descalificación que sufrí por preguntar cosas de abuelo preocupado, que llegué a pensar en inventar una nueva enfermedad y hacerme rico: el síndrome de los padres que no se preocupan porque sus hijos no tengan capacidad para concentrarse. Vamos a ver qué pasa con la bomba que ha soltado la madre Forcades. Lo que importa, como siempre, es el debate abierto, algo que a muchos médicos les cae mal y a pesar de ello se niegan a tomar su pastilla contra el Síndrome de la Intolerancia.
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